Reseña Histórica

La Compañía de Jesús tuvo su origen entre los años 1538 y 1541, en un momento histórico en el que se estaba produciendo una profunda renovación de la espiritualidad. Entre las órdenes religiosas se estaba asentando el movimiento de la observancia; el protestantismo avanzaba por Europa; el Erasmismo, considerado heterodoxo, era perseguido; y las autoridades católicas consideraban cada vez más necesaria la convocatoria de un Concilio General.

La Compañía apareció gracias a la iniciativa de Ignacio López de Loyola. Un personaje extraño, controvertido, difícil de clasificar, que podemos situar ideológicamente entre las inquietudes renacentistas y los rasgos propios de épocas anteriores.

San Ignacio nació en Loyola (Guipúzcoa) en 1491. Recibió una educación pobre y elemental, con una base religiosa sólida (más por la intensidad de las repeticiones que por la calidad de los conocimientos). Dedicado a la milicia, adquirió cierto renombre a nivel local. No obstante, a través de un largo caminar con experiencias de heridas de guerra, de  búsqueda de una vida religiosa y de espiritualidad, siguió estudiando.

Tras su estancia en Alcalá, viajó a París, ciudad en la que permaneció entre 1528 y 1535. Se matriculó en la Sorbona y en ella se convirtió en un declarado papista. Y luego de otros intentos de espiritualidad, viendo el inmenso trabajo que ofrecía la reforma de la Iglesia, surgió la idea de transformar el grupo de amigos que le acompañaban en una orden religiosa dedicada al apostolado.

Aunque en 1538, ya eran conocidos con la denominación de Compañía de Jesús, la institucionalización de la nueva Orden no se produjo hasta dos años después, cuando el Papa Paulo III la aprobó por medio de la bula Regimini militantes ecclesias. Sus constituciones la dotaron de un grado de modernidad que la diferenciaba claramente del resto de las órdenes de la época. Desde un primer momento destacó por su carácter plenamente renacentista.

La Compañía se caracterizó especialmente por su obediencia absoluta al Papa. Asimismo, adaptó el sentido monástico a la necesidad de movilidad del apostolado en un mundo en constante cambio. Y comenzó a definirse por una serie de factores, entre los que se pueden resaltar el respeto individualizado; la sustitución del oficio cultural por la oración mental; la exigencia entre los miembros de un cierto nivel cultural (punto cuya importancia creció cuando San Ignacio acogió el ministerio de la enseñanza como una de la labores principales de la Compañía).

Reforma católica

Durante casi 20 años, la Iglesia Católica veía como gran parte de los católicos se peleaban entre ellos en Europa, y sus obispos dejaban de reconocer al Papa como la máxima autoridad. Se separaban de Roma incluso algunos cardenales, en consecuencia, hubo muchos partidos de Roma que requerían la reacción de su Iglesia Católica, que mejorara sus costumbres y corrigiera los errores que habían provocado la Reforma Protestante. A esta reacción de la Iglesia Católica contra el protestantismo se le conoce generalmente como la Contrarreforma Católica o Reforma Católica.

Aunque muchos tenían la necesidad de reformarse, no sabían el modo de hacerlo. Pronto, se llego a la idea de que la mejor solución era convocar a un Concilio donde se pudiese discutir las posibles reformas. Carlos V presionaba a los Papas para que se creara ese concilio con la esperanza de que la Iglesia Católica volviese a existir unificada, pero los Papas desconfiaban de los propósitos políticos de Carlos V en Italia y no convocaron a este concilio sino hasta el año 1545, reunión que será conocida como Concilio de Trento. Las sesiones del Concilio llegaron a durar hasta casi 17 años, ya que fueron interrumpidas muchas veces, varios Papas se sucedieron en Roma y cuando éste finalizó, en el año 1562, ya había muerto Carlos V.

El Concilio de Trento, se desarrolló sin participación de los adherentes al emergente protestantismo, en muchos casos ellos mismos se negaban a participar, creando así una nueva Iglesia Católica, e intentándose librar de los errores anteriores y cuidar la formación de los obispos, estableciendo medidas de disciplina para los sacerdotes y creando seminarios para que los nuevos sacerdotes tuvieran una preparación religiosa adecuada para poder enseñar una fe católica.

Se reafirmaron todos los puntos de la doctrina católica:

 –    Rechazo a la idea de la Biblia como fuente única de doctrina tomando de igual importancia a la Sagrada Tradición Apostólica y el Magisterio de la Iglesia Católica.

 –    La eucaristía se definió como la consagración del pan en el Cuerpo de Cristo y el vino en su Sangre que renueva mística y sacramentalmente el sacrificio de Jesucristo en la Cruz.

 –    La veneración a las imágenes y a las Reliquias, muchas de ellas vinculadas al culto cristiano de María como virgen y a los Santos fueron confirmadas como práctica cristiana, junto con la existencia del Purgatorio. Eso tuvo una enorme importancia en el desarrollo y creación del arte en las Iglesias católicas europeas, el llamado arte barroco fue la expresión artística de la Reforma Católica, con gran abundancia de imágenes con el propósito de atraer al hombre común a la fe católica.

 –    Se unificaron los ritos de la Iglesia Católica Occidental en uno solo, la Misa tridentina.

Precisamente, estos puntos eran los que no compartía la Reforma Protestante, ya que dentro de sus postulados más importantes se incluía la creencia de la soberanía absoluta de Dios y la doctrina de la justificación solo por medio de la fe y que la salvación es por medio de la gracia, no por obras, para lo que es necesario creer o confiar en Jesucristo como único y suficiente salvador. Asimismo, la única autoridad es la Palabra de Dios, es decir la Biblia o Sagradas Escrituras, doctrina central de la Iglesia Protestante.

La Reforma Católica alimentó un renacer en la Roma Papal, impulsando el reavivamiento de antiguas órdenes religiosas, como la Orden de los Carmelitas Descalzos, reforma en España por Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, los dos grandes escritores místicos de la Península Ibérica.

Pero la orden religiosa que más ayudó a la Contrarreforma Católica fue la Compañía de Jesús, fundada por San Ignacio de Loyola.

 Jesuitas en América

Los jesuitas llegaron a Brasil ya en el generalato de San Ignacio. En el gobierno de San Francisco de Borja ingresaron a Florida, Perú y México. Y en el de Claudio Acquaviva a Canadá, Nueva Granada, la Presidencia de Quito y otras zonas. De acuerdo a sus nacionalidades, los misioneros jesuitas se distribuyeron en las distintas posesiones de las potencias europeas.

Los jesuitas fueron innovadores en la explotación de sus haciendas y propiedades en la América Hispánica. Durante los siglos XVII y XVIII supieron gestionar verdaderos emporios agro-industriales con métodos de gerencia que se adelantaron a los utilizados en la actualidad. Entre ellos, uno de los más importantes fue la explotación de las minas de Paramillos de Uspallata (Argentina) de plomo, plata y cinc. Además, agregaron la participación patrimonial de lo recaudado en las haciendas para luego ser redistribuido entre indígenas, esclavos y empleados, con lo que se puede concluir que fueron los primeros en otorgar una suerte de “títulos de propiedad” a sus subordinados.

La finalidad de estas propiedades era sostener sus colegios, que, debido a una rigurosa concepción del voto de pobreza, eran gratuitos. Sin embargo, la riqueza de estos complejos y haciendas atrajo la ambición de las Coronas y particulares y, a la larga, fue un factor para la supresión de la Orden.

La Expulsión de los Jesuitas de América

A mediados del siglo XVIII pertenecían a la Compañía de Jesús cerca de veintitrés mil hombres y se extendían por el mundo con la universalidad del carisma Jesuita. La presencia educativa y pastoral estaba muy consolidada. Había científicos jesuitas reconocidos y obras pioneras como las Reducciones en América, de gran impacto religioso y sociopolítico.

En el año 1767, cuando el Rey Carlos III de España expulsó a la Orden de la Compañía de Jesús de todos los territorios bajo su dominio, ordenó a funcionarios que realizaran detallados inventarios de los bienes y propiedades jesuitas con el objeto de incautarlas y sacarlas a remate.

La forma como se ejecutó la sentencia de expulsión en Portugal, Francia, España y sus colonias, fue de gran crueldad. Reunían a la comunidad cuando estaban durmiendo, les daban unas horas para recoger algo de sus pertenencias y salían como si fuesen delincuentes, custodiados por soldados armados hasta los puertos para ser embarcados y deportados hacia el exilio. En algunos lugares de América Latina, tuvieron que recorrer cientos de kilómetros en situaciones tan precarias que muchos murieron por el camino.

Desde el momento en que comenzó la expulsión en Portugal, hasta el decreto papal de supresión de la Compañía, vivieron los jesuitas marcados por la deshonra, la indigencia hasta el hambre y en la incertidumbre sobre su futuro. En España incluso se trató de eliminar su memoria.

Juntas de Temporalidades

Las Juntas de Temporalidades, fue un organismo oficial de la Corona Española cuya función era realizar un catastro y administrar el destino de los bienes confiscados a la Compañía de Jesús después de la expulsión de sus integrantes.

Las Juntas reunieron una enorme y variada cantidad de documentos que actualmente se encuentran resguardados en el Archivo Histórico Nacional de España, en la Real Academia de Historia de Madrid, en el Archivo de la Compañía de Jesús en Toledo y en el Archivo Nacional de Chile.

Los documentos custodiados en el Archivo Nacional de Chile, recientemente, fueron digitalizados y puestos a disposición de toda comunidad. Esta documentación incluye los  escritos emitidos desde 1561 a 1800 en Argentina, Colombia, Bolivia, Chile, Ecuador, Filipinas, las Antillas, México, Panamá, Perú, Venezuela y España, en los que se detalla antecedentes sobre la evangelización de nativos, actas de las Juntas de Temporalidades, tanto municipales como provinciales, e informes sobre el destino de los bienes de la Compañía de Jesús que se remitieron a España o que se vendieron en las mismas colonias.

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Fuentes:

La Iglesia Católica. “La Contrarreforma Católica”. Disponible en:

http://tupapimayer.wordpress.com/la-contrarreforma-catolica/ Consultado el 18 de agosto de 2014.

La Iglesia Católica.  “Reforma protestante” disponible en:

http://tupapimayer.wordpress.com/la-contrarreforma-catolica/ Consultado el 18 de agosto de 2014.

Weingartner, Peter, n. 1721. Importante documento sobre la expulsión de los jesuitas en 1767, Santiago: Impr. Nacional, 1869. Disponible en Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-7710.html. Accedido en miércoles, 20 de agosto de 2014.